Los vuelos low cost son una forma más de viajar que tenemos a nuestra disposición y que se ha posicionado muy bien entre las preferencias de los usuarios debido a sus vuelos más baratos que la oferta aérea tradicional.
Pero, ¿sabes por qué las aerolíneas comenzaron a ofertar este tipo de vuelos? ¿Cuál es el secreto que ha hecho posible que haya más y más compañías de bajo coste y que ha favorecido el desarrollo del mercado de vuelos low-cost que hasta hace tanto no existía? ¿cuál es la trampa detrás de la oferta? Acompáñanos a descubrirlo.
El surgimiento del modelo low cost
El modelo low-cost surgió en 1978 cuando la aerolínea norteamericana People’s Express Airlines decidió que era una buena idea vender billetes bastante más baratos que el resto, a cambio de menos servicios y variando el importe en función de la fecha de compra. Así, debido a su éxito, han ido surgiendo cada vez más compañías aéreas que hacen lo mismo, evolucionando hasta lo que hoy en día conocemos como vuelos low-cost.
¿Qué se entiende por modelo low cost?
En cuanto a su definición, aunque si es verdad que no todas las aerolíneas de bajo coste funcionan exactamente igual, sí que comparten ciertos puntos en común que son característicos de este modelo de negocio. Transportes Internacionales nos explican cuales son:
- Ofrecen billetes de avión a precio reducido, cuyo importe es sensiblemente inferior a un billete equivalente en una aerolínea tradicional.
- Reducen servicios no indispensables y dividen su oferta al máximo, pagando una cantidad de dinero extra por cada servicio individual que le ofrezcan al usuario, es decir: billete de avión, facturación de equipaje, comida en el avión, selección de asiento, entre otros.
- Aprovechan los horarios con menos demanda en los aeropuertos y sólo ofrecen una clase de pasajero, la turista.
- Sus aviones pasan en tierra el menor tiempo posible, apurando al máximo las «ventanas de vuelo» y operando principalmente en rutas cortas, sin escalas ni vuelos en conexión.
Además de lo anterior, también hay que acotar que algunas de las compañías reciben subvenciones de determinadas instituciones públicas, a cambio de mantener determinadas rutas operativas que lleven turistas a la zona de influencia del aeropuerto.
El auge del modelo low cost
Podemos demostrar la popularidad que ha ido ganando el modelo low cost con las siguientes cifras:
- Entre julio de 2010 y junio de 2011, 183 millones de pasajeros en Europa usaron los servicios de aerolíneas low-cost.
- Según datos de AENA, las aerolínea de bajo coste que movieron más pasajeros en España en 2011 tenían unas cifras, en primer lugar con 32.261.370 pasajeros, y en segundo lugar con 16.528.519 pasajeros.
- La compañía low cost con más billetes de avión vendidos, tuvo incluso más ventas que una aerolínea tradicional como Iberia, la cual cuenta con gran arraigo desde su implantación en España en 1927, año en el que operó su primer vuelo nacional entre Barcelona y Madrid.
Factores que han permitido el despegue del modelo low-cost
Algunos de los factores responsables de este auge, al menos en el mercado de Europa, son los que ha traído consigo la creación de la Unión Europea. Esto porque la unión en un mercado único, sin barreras, y la eliminación de fronteras entre los países miembros, han favorecido el tráfico de viajeros y, por extensión, la demanda de vuelos de ocio y negocios.
Por otra parte, el cambio de hábitos de los viajeros, que ahora compran en su mayoría los billetes en sitios de Internet y no en agencias de viajes físicas, también ha sido clave. Y es que la eliminación de esta barrera a abierto el camino al mundo low-cost, permitiendo abaratar los costes del servicio y, por extensión, disponer de billetes más baratos.
También hay que contar el cambio del estilo de vida de muchos ciudadanos europeos, gracias al estado del bienestar que desde hace años se vive en muchos de los países miembros y que permite disfrutar de vacaciones con cierta frecuencia, y que por lo tanto usan las compañías low-cost para repetir esta suerte, incluso, varias veces a lo largo del año.
En relación a esto, la crisis económica ha favorecido también a que la actitud del usuario cambie con respecto al concepto “barato y de calidad”. Ante una realidad que hasta hace poco unía a la marca con lo caro y bueno y a la marca blanca con lo menos bueno y más barato, ha ido cambiando en los últimos años, al menos en el mundo de los vuelos.
Así, todo lo anterior, sumado, ha ido permitiendo que las compañías de bajo coste se hayan ido haciendo un hueco en el mercado de la aviación española, europea y también mundial. Hasta el punto en que a día de hoy, existen compañías aéreas muy fuertes, aunque están basadas en un modelo de bajo coste, que compiten con las tradicionales y que cuentan con cientos de millones de pasajeros que vuelan cada año con ellas.
De hecho, ha sido tanto así que muchas compañías tradicionales se fueron a la quiebra porque de los doscientos puestos que podían llenar, solo lograban llenar veinte de ellos, lo cual, para nada, abarataba los cotos. Mientras, por su parte, las compañías low cost apostaban por la reducción de tiempos entre vuelo y vuelo, ofertando los destinos más requeridos y explotándolos al máximo. De este modo, si había doce vuelos diarios a un destino, estos siempre iban llenos.
El secreto detrás del modelo low cost
Con la entrada en funcionamiento de los vuelos de bajo coste intercontinentales se ha iniciado una guerra de precios que esconde costes adicionales ocultos en la oferta inicial.
Las dos aerolíneas, con el fin de mantenerse en su batalla del precio terminan eliminado de la propaganda sumar muchos servicios que hasta ahora estaban incluidos en el precio del billete y que ahora, si el usuario quiere recibirlos, deberá pagar extra por ellos.
De hecho, una información de la televisión pública catalana ha explicado como el coste del billete en estas conexiones se puede llegar a duplicar con recargos no incluidos.
Para un ejemplo, mostramos un caso práctico sobre un vuelo desde Barcelona a Los Ángeles efectuado por TV3 sobre un precio de bajo coste que desvela la retahíla de recargos ocultos. El precio más básico tenía una media de 170 euros, pero la selección de asiento ya cuesta de entrada unos 15 euros. Además, teniendo en cuenta que es un vuelo de más de doce horas, para comer o cenar ya tendremos que pagar 34 euros de más aproximadamente. Para una manta y una almohada, 8,5 euros más. Y finalmente, para llevar una maleta de más de 10 kg, se puede llegar a pagar más de 85 euros. En total, el precio del billete casi se duplica y los 170 euros del precio original se pueden convertir en 311 euros.
La excusa de las compañías para no publicitarlo la da en TV3 el responsable de Relaciones Institucionales de una de estas aerolineas: «La tendencia es que cada vez el pasajero debe tener el derecho de elegir qué quiere consumir, nosotros no te venderemos nada que no quieras consumir.»
Y el problema con esto es que no todos los usuarios están al tanto de esta pequeña trampa y caen en la falsa promesa de un vuelo low cost que al final termina incrementado al doble, además que estos vuelos están tomando cada vez más y más líneas turísticas: desde el Prat a Estados Unidos, o desde Barcelona hasta Nueva York, Los Ángeles, San Francisco y Miami.
En conclusión, si es posible que volar con una low cost en el momento en que irrumpieron en los aeropuertos fuera considerablemente más económico que hacerlo con una compañía aérea tradicional. Sin embargo, actualmente no es significativamente más barato en todos los casos y hay que evaluar muy bien el servicio que estamos comprando.
Por ejemplo, en Rastreator.com, han analizado el precio de los vuelos durante los fines de semana (siendo la ida el viernes y la vuelta el domingo) de un mes con origen en Madrid y destino a tres capitales europeas que a menudo son elegidas por los turistas: Roma, París y Londres, comparando los precios de las compañías aéreas de bajo coste y las que no lo son. Contando con los valores en las tres ciudades, volar con una low cost es únicamente un 13% más barato que con el resto de compañías. Teniendo en cuenta que se han valorado en igualdad de condiciones, es decir, que si alguna no incluía el equipaje de mano en el precio se ha añadido posteriormente puesto que, finalmente, es imprescindible viajar a ciudades como París, Londres o Roma con una maleta, por pequeña que sea. Por lo tanto, se trata de una “trampa” de algunas aerolíneas de bajo coste, pues sin contar con la maleta, las aerolíneas low cost llegan a ser un 26% más baratas que las que no son consideradas como tal. Aunque, a la hora de abonar el importe del vuelo, te encontrarás que tienes que pagar por un servicio que en las demás es gratuito.