Uno de los productos cultivados en España, que más definen a nuestro país y que más destacan todas aquellas personas que lo visitan es, sin lugar a dudas, el vino. España tiene zonas geográficas creadas especialmente para este tipo de producto, que han nacido para ofrecer al país, a Europa y también al mundo los mejores vinos que puede dar la Tierra. Los viñedos de La Rioja o de Castilla La Mancha son buenos ejemplos de ello. Los mejores ejemplos.
Pero en España no solamente nos dedicamos a la producción de vino. También somos muy aficionados a su consumo a pesar de que durante varias décadas ese registro se ha ido haciendo cada vez más pequeño. Por lo pronto, en el año 2016, tal y como informó el diario El País en abril del año pasado, el consumo de vino volvió a crecer después de algunas décadas, un dato que revela que en España seguimos siendo aficionados a este producto, uno de los que más asociados va a nuestra condición de españoles.
Según el Observatorio Español del Mercado del Vino, España ya se sitúa como el séptimo mayor consumidor de vino, un dato que refleja a la perfección lo que nos gusta este producto a todos aquellos que vivimos en el interior de nuestras fronteras. Todos los países que ocupan mejores puestos en ese ránking tienen más población que España: son, por este orden, Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania, China y el Reino Unido. En total, los españoles consumimos 1.000 millones de litros, a unos 20 litros por persona cada año, aproximadamente.
El consumo de vino es propicio en cualquier entorno, en casa o en el bar, en familia, con amigos o con pareja, viendo una película o escuchando música. Da igual. Quizá por eso sea un producto que tiene tan buena crítica en España. La inmensa variedad de vinos de los que puede presumir España también juega su papel en torno a esa magia que se desprende de un producto como tal. Y es que pocas cosas hacen más característica a la sociedad nacional que el vino.
El consumo de vino, no obstante, es como un ritual. No puede hacerse de cualquier manera y una de las cosas que millones de españoles conciben como sagradas es que ha de tomarse en un recipiente especial, una copa preparada única y exclusivamente para la cata de vino. Otra cuestión que va asociada a un producto como tal es que, para su correcta conservación y presentación, ha de exponerse en vinotecas, que son expositores preparados de manera exclusiva para botellas de vino.
Como el consumo de vino viene creciendo en nuestro país en los últimos años, también viene creciendo la demanda de copas de vino y de vinotecas por parte de muchos bares y restaurantes. Es una de las conclusiones a las que han llegado desde Exportcave, una de las entidades con más recorrido del sector. Sus profesionales aseguran que el consumo de vino en España está viviendo una nueva época dorada y que es eso lo que está haciendo que numerosos negocios relacionados con el sector de la hostelería apuesten por productos como las copas y las vinotecas.
Un producto con futuro
Algo se estará haciendo bien en nuestro país cuando todavía hay muchas empresas de otras naciones que acuden a España a comprar sus vinos y exportarlos hasta sus países. La verdad es que este es el mejor barómetro para medir la calidad de lo que venimos produciendo en España, que no es poco y que tiene un valor increíble por mucho que haya personas que critiquen sin piedad a los productores de vino nacionales. Sin ellos, España no se caracterizaría por uno de esos productos que la hacen tan especial y diferente con respecto a los demás.
Que acudan empresas de otros países a comprar nuestros vinos hace que el sector tenga un futuro más que esperanzador. El trabajo de todas esas personas que se dedican al desarrollo del vino, a la vendimia de uva y a la conversión en un producto de tanta valía es muy arduo y merece un gran reconocimiento de parte de toda la sociedad española. El sector vinícola nacional lo agradecería.