Desde que somos pequeños estamos rodeados de cantidad de cosas que pueden convertirse en objetos para coleccionar. Recuerdo los cromos de los álbumes o las hojas perfumadas que intercambiábamos en el patio, y que causaban furor entre toda la clase. O los llaveros que empecé a guardar porque me gustaban y terminaron convirtiéndose en una colección. Creo que pocos saben por qué, pero es como si se tratara de una necesidad innata de ir consiguiendo cosas. Si no, mira los niños pequeños, que llegan de parque con piedras, hojas, palitos…¡un tesoro!
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